jueves, 17 de noviembre de 2005

Parabólica: la caminata

Ocurrio que en una ocasión que Chawamba dejó la cima de la colina, en donde solía estar sentado sobre un risco que daba a un desfiladero por donde corría un río que por las tardes destellaba con el sol y las aves cantaban sus sones, donde Chawamba meditaba y contemplaba la grandeza de la creación y se regosijaba y se gozaba y estaba gozoso de lo que veía.
Comenzó a caminar a nivel del suelo distraidamente como buscando en qué recrearse y se topó con un camino por donde los hombres transitan en un sentido y en otro, caminantes y cargadores, etc.

Así arribó a un punto del camino en donde encontró a otro hombre que estaba herigiendo un minolito de piedra negra sobre el cual planeaba colocar una estatua hecha a su figura. Entonces Chawamba le inquierió
- hombre, que haces ?
y este le respondió - levanto un monumento.
- un monumento a tu imagen ?
- no es un monumento al hombre
- pero se te parece mucho - le señaló Chawamba
- ¿se puede saber quien eres tu?
- Yo soy Chawamba
- quien ?
- Chawamba, el sabio en la cima del monte.
- Retírese por favor y déjeme trabajar tranquilo
Y Chawamba se retiró ante el amable pedido del hombre quien ya hechaba mano de un garrote, y siguió con su caminata.

Luego pasó por un caserío y vió a un hombre sentado en la entrada de un casa rodeado de críos, 10 o 12, lo cual enterneció a Chawamba tal así que se aproximó. El hombre contaba cuentos a los niños de quienes hacía las delicias. Entonces Chawamba inquirió
- hombre, que haces ?
- cuanto una historia a mis hijos
Y Chawamba notó que los niños vestían arapos e ivan de pies descalsos y volvío a inquirir
- por qué tus hijos visten arapos y van descalsos ?
- porque somos pobres
- y porqué has traido tantos niños al mundo si eres pobre y no puedes proveerles de lo necesario?
- porque alguien tiene que heredar lo poco que poseo
- pero acaso lo que posees tiene algún valor, sabes bien que todo lo material es perecedero.
- ¿se puede saber quien eres tu?
- Yo soy Chawamba
- quien ?
- Chawamba, el sabio en la cima del monte.
- Retírese por favor que nadie le ha invitado- le solicitó al tiempo que soltaba la correa del gran perro que tenía al lado.
Y poniendo los pies el polvoroza, Chawamba retornó al camino y caminó largo rato.

Llegó a las proximidades de una ciudad y encontró a un ejército que la esta sitiando, y a lomos de un gran corcel negro un hombre que parecía ser el general del ejército por su uniforme y porte. Todo indicaba que se trataba de una guerra, lo cual entristecío a Chawamba y le decidió hablar al general
- hombre, que haces ?
- perdón, como dijo ?
- dije, hombre, que haces ?
- diríjase a mi como 'general oh mi general', porque soy el general de este ejército y soy un gran guerrero muy respetado.
- muy bien, general, oh mi general, que haces ?
- estoy sitiando esta ciudad
- para que ?
- para conquistarla
- para que quieres conquistarla ?
- para ganar gloria e imponer un tributo a la ciudad.
- y para que quieres la gloria
- para ser amado y recordado
- pero es que acaso no eres amado, y no te recordarán cuando te hallas extinguido ?
- si, pero quiero ser mas amado y mas recordado aún.
- pero que no ves que la gloria es efímera ...
Y en eso que Chawamba exortaba a este hombre, desde las murrallas de la ciudad sitiada los defensores lanzaron una carga de flechas y comenzon a llover piedras del tamaño de un melón lanzadas desde catapultas; con lo cual Chawamba debió volver a colocar sus pies en polvoroza y volver al camino, aunque esta vez para regresar a su montaña.

Nuevamente seguro y tranquilo en su risco, Chawamba volvió a reflexionar y se dijo, que el constructor del monumento buscaba contruir algo que el tiempo no pudiera destruir; el hombre pobre y prolífico queria dejar algo en la tierra al momento de su muerte y el general (oh mi general) quería la gloria para que su nombre fuera puesto en un placa de bronce. El hombre busca encontrar seguridad de que tendrá continuidad una vez que su vida se extinga y por eso intenta crear algo que lo trascienda. La fugacidad de las cosas y el inexorable paso del tiempo aterrorizan a los seres finitos e imperfectos que somos, como si todos fuéramos arrastrados por un río torrentoso hacia una cascada que acabará con nostros despedazándonos. Desesperadamente intentamos aferrarnos a alguna piedra en el rió que nos haga permanecer un poco mas. Necios somos, el río acabará por arracarnos.
No hay nada que pueda salvarnos de nuestros destino, del polvo venimos, al polvo volveremos.
La única cosa que nos hace dignos es que llevamos a Dios con nosotros, eso es único que logra que podamos trascender; los monumentos que hallamos levantado, las naciones que hallamos conquistado o nuestra heredad no servirán como alegatos a la hora de nuestro juicio.

La humanidad se divide en dos grupos, uno compuesto por los hombres que duermen siesta y otro por los que la pasan de largo. Chawamba se despierta cerca del mediodía.

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