jueves, 24 de noviembre de 2005

Sobre el dinero y el hombre rico

Estaba Chawamba una mañana radiante en la cima de su colina, en donde solía estar sentado sobre un risco que daba a un desfiladero por donde corría un río que por las tardes destellaba con el sol y las aves cantaban sus sones. Allí Chawamba meditaba y contemplaba la grandeza de la creación y se regocijaba y se gozaba y estaba gozoso de lo que veía.

Hete aquí un hombre subió a la cima en pos de Chawamba. Se lo veía muy cansado, mal afeitado, sucio, con sus ropas raídas y estaba desalineado; portaba en su mano un billete de papel moneda del país de alta denominación.

Se acercó al sabio y diciendo:

- disculpe oh buen hombre, sería usted tan amable de darme cambio de este billete – y se lo extendió.

Chawamba tomó el papel moneda y lo examinó, luego dijo

- disculpa hombre, no tengo cambio.

Entonces el hombre prorrumpió en llanto y se arrojó a los pies de Chawamba al tipo que decía.

- oh, señor, ¡¡piedad!! Llevo una semana en la ciudad sin poder regresar a mi casa, durmiendo en los bancos de las plazas, mojándome con la lluvia, alimentándome con restos, sin poder bañarme. Todo porque nadie acepta que le pague con este enorme billete que es todo mi capital. Vine a la ciudad hace una semana con mi último dinero a cobrar una recompensa que me fue pagada con este enorme billete. Y desde entonces he intentado gastar este dinero y nadie quiere venderme nada porque no puede cambiar el billete. No he podido comprar un boleto para regresar a mi casa, ni he podido pagar posada, ni comida. ¡Maldición!, estoy perdido. – contaba el desesperado sin consuelo.

Chawamba lo oía pacientemente. Una vez que calló le ofreció una tasa de té y un panecillo. Lo observó largamente sin hablar, hasta que dijo

- Sin duda, el hombre se ha vuelto esclavo una vez más algo que había inventado para hacer su vida más simple. Tal es así que un hombre rico puede ser el más pobre, en tu caso debido a que no puede usar su dinero. ¿Acaso las criaturas del Señor necesitan de dinero para vivir? Solo toman lo que necesitan de la naturaleza para subsistir y dejan el resto. En cambio el hombre acumula bienes, ya sea por avaricia, ya sea por temor. Llega un momento en que no puede acumular más e inventa el dinero: una moneda representa los bienes que posee o que podría llegar a poseer. Esto es tan cómodo que y no se comercia con bienes, sino que se los cambia por moneda. ¿Qué ocurriría con la humanidad si la moneda dejara de existir? ¿Podría el hombre regresar al trueque? ¿Podría el hombre cambiar un melón por un rollo de paño, o una gallina por un viaje en barco?

En el fondo de la cuestión, lo que el hombre intenta es garantizar su supervivencia, sus necesidades básicas, lo que la tierra da a sus hijos desde siempre. Pero en los burgos, vivir de lo que la tierra da significa comer lo que crece en forma silvestre: basura; abrigarse con lo que natura da, cartones; habitar en donde natura permite: casa abandonadas.

Y si el hombre quisiera volver a la naturaleza verdadera, ¿Podría hacerlo? Si desea a los campos, construir una casa y cultivar la tierra, no hallará un solo rincón del mundo que no tenga dueño, y será arrojado de todo lugar que intente ocupar.

Entonces, que necesita el hombre: volver a los burgos y conseguir dinero. Nada se puede sin dinero, como tú lo has comprobado. Nos consideramos libres porque no estamos tras las rejas, pero estamos presos del dinero.



El hombre que había llegado desesperado y había comido el panecillo que le había ofrecido Chawamba, había continuado con la restante docena de panecillos que aún quedaban en la cesta, y con las frutas del canasto que había a su lado, y había bebidose todo el té. Ya había conseguido saciar al menos su hambre, y ahora miraba perplejo a Chawamba, que había hablado un largo rato ya, y parecía perdido en sus pensamientos que esbozaba en voz alta.

Entonces se puso de pié, miró a Chawamba y a su billete, y dijo:

- Señor, usted es un sabio, tube hambre y me alimentó, tube sed y me abrevó. Ha hablado con gran sapiencia. Pero yo necesito regresar a mi casa y me ha dicho que usted no puede cambiarme este billete…

- En efecto, soy pobre.

- ¿Y de que vive usted? Inquirió el hombre con desconfianza.

- Pues de la limosna. Aquellos que vienen a por mi consejo dejan generosamente sus dádivas.

- Y ¿no sería usted tan generoso de donarme una moneda para poder pagar el trasporte que me devuelva a mi hogar?

Chawamba se sorprendió, no esperaba eso. Nadie nunca, le había pedido dinero, salvo los vendedores de rifas y los traficantes de pimientos y limones. Metió la mano en su bolsa, tomó una moneda y la entregó al peregrino.

- Toma buen hombre.

- Muchas gracias, oh generoso y sabio señor – agradeció, y volvió por su camino.

Solo entonces Chawamba se anotició de que el hombre había comídose toda su comida y había bebídose todo su té, y entonces pensó que los hombres son de carne, y por eso deben atender las necesidades de la carne, aunque los haga cometer actos deshorrosos. Sin proponérselo había alimentado al hambriento, y abrevado al sediento, y prestado dinero al necesitado. Era la primera vez que encontraba una aplicación práctica a su sabiduría

No hay comentarios: